"La Artesanía es mi identidad"
Ludys María Carval
Al ritmo de la gaita y la belleza de los tejidos en telar vertical, San Jacinto es el reflejo de la destreza y el talento que caracteriza a los artesanos colombianos. Allí, quienes con hilo de algodón dan vida a los maravillosos productos que los representan, sienten orgullo de ser tejedores y de mostrar lo mejor de su tierra. Por eso, hablamos con Ludys María Carval Zabala, una artesana dedicada al oficio de la tejeduría en telar vertical, quien lleva en sus manos, los saberes de su pueblo desde hace más de 40 años, deseando que se conviertan en muchos más.

Esta es su historia:
“Yo me dedico a la artesanía desde los ocho años y las ‘reatas’ o ‘fajas’, fue el primer producto que aprendí a tejer. Comencé armando telares pequeñitos en las ventanas de mi casa, porque anteriormente, las paredes de los patios eran de madera, así que sobre estas, uno ponía dos palos para crear el telar donde se enredaban los hilos que daban como resultado, las fajitas.
Soy artesana empírica. El oficio lo aprendí viendo los trabajos que hacía mi mamá en el telar, y me dediqué a practicarlo porque me gustaba este arte. Junto a mis cinco hermanas lo aprendimos, aunque hoy en día, solo dos lo ejercemos.

Mi primer acercamiento con el oficio fue muy bonito. Inicié con piezas pequeñas hasta lograr unas más grandes como la hamaca. La primera que tejí fue a los 13 años y para hacerla, tuve que subirme en una banca y estirarme mucho porque era muy pequeña y no alcanzaba a manejar el telar. Esto nunca se me olvida y es uno de mis mayores recuerdos porque todo lo que uno aprende y lo hace con esfuerzo, lo aprovecha al máximo.
La tejeduría hace parte de nuestra identidad y por esta razón, también he querido transmitir mis saberes a los jóvenes del municipio, junto a la Asociación de Artesanos de San Jacinto.
Actualmente, estamos creando unos talleres para que los niños aprendan a tejer y cuando les enseño, yo les digo: ‘todo lo que aprenden en esta vida es bueno porque se distraen y así no hacen cosas que no deben’. Y los resultados son gratificantes. Nosotras les enseñamos el oficio a los jóvenes en sus ratos libres y les decimos qué productos podemos tejer, como por ejemplo una reata o un centro de mesa, para darlos a conocer en ferias como Expoartesano y Expoartesanías.
Un oficio lleno de identidad
Lo que los sanjacinteros plasmamos en cada tejido son nuestros sentimientos y pensamientos. Por esto, debemos ‘echarle’ buen ánimo a lo que hacemos para que el producto quede hermoso. Si uno teje con mucha alegría, la hamaca queda linda.
Precisamente, la hamaca es la pieza que más elaboro y puedo tardar entre 8 y 10 días tejiéndola.
Uno de los tipos de hamaca que me encanta hacer es la de ‘lampazos’ y la aprendí observando a otras artesanas. Para que esta quede bien hecha, aparte de medir bien el hilo, la parte anímica es importante porque el lampazo puede salir diferente a lo que uno quiere. Por otro lado, si deseo hacer un diseño diferente, me lo imagino, lo pinto en una hoja y a medida que lo voy plasmando, me voy inspirando.
